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Bálsamo para la buena respiración.

El abeto es mucho más que un símbolo navideño. Este árbol constituye uno de los elementos paisajísticos más característicos de los ambientes de montaña donde habita, como los Pirineos, los Alpes y otras cadenas montañosas de la Europa Central. Y para los habitantes de estas áreas, y para los herbolarios que han recogido sus conocimientos, supone una fuente notable de virtudes medicinales.

Las hojas del abeto son lineales, de hasta 3 mm de ancho. Flores masculinas y femeninas conviven separadas, pero en el mismo árbol. Las piñas son alargadas, de escamas apretadas. Medra en áreas de montaña alta y media, en suelos húmedos, mezclado a veces con hayas y abedules.

Las piñas se cosechan en primavera y se utilizan verdes, para extraer de ellas

la trementina o resina de abeto. Esta resina se obtiene también ejerciendo una incisión en el tronco. Junto al aceite esencial de trementina, contiene ácido abetínico, glucósidos y taninos.

Remedio expectorante
El abeto destaca por sus virtudes balsámicas y por su poder para descongestionar las vías respiratorias. Está indicado como un remedio muy eficaz contra la gripe, el resfriado, sinusitis, faringitis, bronquitis y como apoyo contra el asma. Se ha llegado a decir que pasear por un abetar y respirar a fondo beneficia a los asmáticos.

Los herbolarios suelen incluir brotes de abeto en muchas de sus formulaciones balsámicas y expectorantes. Para arrancar la mucosidad en congestiones pectorales se mezclan los brotes de abeto a partes iguales con llantén mayor, marrubio blanco y liquen de Islandia, en la proporción de una cucharada sopera por taza de agua. Se hierve dos minutos, se deja 10 más en infusión, se filtra y se beben hasta cuatro tazas, a lo largo del día, pero bien calientes.

En caso de bronquitis se puede probar una infusión que combina abeto con malvavisco, pulmonaria y tusílago. Se endulza con un poco de miel y se toman dosis cortas, cada cuatro horas.

Una alternativa para descongestionar las vías respiratorias son los baños de vapor con hojas y yemas de abeto, yemas de pino albar, tusílago y hojas de eucalipto a partes iguales. Una cucharada sopera de cada planta por litro de agua. Se echan las hierbas en una olla, que se pone al fuego tapada. Cuando haya empezado a hervir, se retira del fuego, nos cubrimos la cabeza con un paño o sábana y respiramos los vahos sobre la olla.

Por su poder antiséptico, actúa como desinfectante en las vías urinarias, en afecciones como la cistitis y la uretritis, contribuye a aumentar el flujo de la orina y reequilibra el funcionamiento de los riñones.

En combinación con otras plantas depurativas, puede incidir sobre procesos reumáticos, artríticos y lumbagias. Una fórmula útil en este caso es la decocción que combina dos partes de yemas de abeto y una de gatuña y bayas de enebro, en la proporción de una cucharada sopera rasa por taza de agua. Se hierve tres minutos y se cuela. Se toman tres tazas al día, calientes.

En uso externo, la trementina se aconseja en erupciones cutáneas, forúnculos y sobre inflamaciones de huesos y articulaciones, pero debe ser evitado por personas alérgicas, y su toma oral está contraindicada durante el embarazo y la lactancia.

Jordi Cebrián
Asesora: J. Mª. Teixé, herborista de «El Manantial de Salud»