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Las regiones a la orilla del mar Mediterráneo gozan de un clima único en el mundo. Este mar ha albergado numerosas civilizaciones a lo largo de milenios, siendo cuna de culturas que dan a toda la zona una personalidad propia y privilegiada. El ecosistema que se desarrolla a raíz de este clima es también exclusivo, ya que se cuenta entre los más ricos del mundo en cuanto a número de especies, tanto en flora como en fauna.
Especies vegetales como la higuera, el granado y, sobre todo, el olivo, se identifican ineludiblemente con todo lo que envuelve al mundo mediterráneo. Los árboles mediterráneos están adaptados a un clima seco en el que las lluvias se producen en otoño y, por lo general, de manera abundante. Las temperaturas no son extremas, sobre todo en invierno, ya que el mar ejerce un notable efecto tapón sobre los cambios de temperatura estacionales. Los árboles adaptados a tales características son muchos, aunque no todos conocidos popularmente. Quizás el olivo, símbolo de la cultura mediterránea, sea el más famoso. En nuestro clima, estos árboles serán fácilmente cultivables como bonsáis.
Las técnicas de cultivo no varían (poda, pinzado, alambrado…) respecto a las orientales, sin embargo ello no significa la pérdida de la personalidad mediterránea del árbol. En la zona mediterránea, los bonsáis autóctonos pueden vivir todo el año en el exterior, aunque es necesario protegerlos de heladas y temperaturas extremadamente bajas. El riego ha de ser moderado, puesto que se trata de especies adaptadas a un régimen de lluvias escaso; utilizando tierras con buena aireación, se logrará que la zona radicular del árbol no esté excesivamente empapada de agua.
Estas son algunas de las especies mediterráneas:
Bougainvillea
Cotoneaster
Crataegus
Fraxinus
Granado
Higuera
Malus
Morus
Olivo
Viburnum