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ORQUIDEAS
LUZ
Las orquídeas necesitan una cantidad adecuada de luz para su correcto desarrollo, pero no toleran el sol directo. Si no reciben luz suficiente, no florecen, por lo que hay que situarlas cerca de una ventana luminosa, protegiéndolas del sol directo con visillos. La luz artificial también sirve.
TEMPERATURA
La temperatura normal del interior de la casa es adecuada para cultivar los tipos más comunes de orquídeas. Temperaturas diurnas entre 18º y27ºC y temperaturas nocturnas entre 13º y 24ºC, son las más apropiadas. Algunas orquídeas necesitan períodos con diferencias marcadas de temperatura entre el día y la noche para florecer, pero la mayoría son lo suficientemente resistentes como para vivir fuera de los rangos ideales de temperatura, aunque su crecimiento y floración no serán los óptimos.
HUMEDAD
La humedad relativa del aire ideal para el desarrollo de las orquídeas está entre el 60% y el 80%. En el interior de una casa, sin embargo, suele estar entre el 30% y el 40%. En invierno, con la calefacción, estos valores todavía son mucho más bajos, por lo que es necesario conseguir una mayor humedad ambiental con métodos sencillos. Uno de ellos consiste en colocar las plantas sobre una bandeja con agua y piedrecitas, de manera que la maceta se coloca encima y las raíces no están en contacto con el agua, pero la evaporación de ésta aumenta la humedad del aire. Los humidificadores que se utilizan para los niños también son muy adecuados. La cocina y el baño, siempre que tengan una buena iluminación, son lugares muy buenos para las orquídeas, porque la evaporación del agua caliente ayuda a humedecer el aire.
RIEGO
Las orquídeas epifitas crecen sobre los árboles en su habitat natural, obteniendo la humedad del aire y de la lluvia que escurre por las ramas. Por tanto, sus raíces nunca están empapadas. La cantidad y la frecuencia del riego dependen de muchos factores (temperatura de la casa, tipo de sustrato, tamaño de la planta…), por lo que no se pueden dar recomendaciones concretas de frecuencia de riego. Lo que sí es cierto es que toleran mucho mejor la falta de riego que el exceso. Como orientación general, en las épocas del año cálidas, se regará de 1 a 2 veces a la semana, mientras que en las frías, una vez cada 2 semanas.
Se debe emplear agua templada y sin cloro. Para ello se puede utilizar agua destilada, agua de lluvia o dejar el agua del grifo en un recipiente durante varias horas antes de regar para que el cloro se evapore.
Cuando se riegue, hay que hacerlo en abundancia, es decir, se debe sumergir la maceta en agua para que el sustrato se empape bien y después dejar escurrir el exceso. Esto es mejor que regar poco y a menudo. Si la maceta se coloca sobre un plato, éste no debe acumular agua, porque las raíces se pudrirían.
ABONADO
Las orquídeas epifitas, obtienen los minerales necesarios para su desarrollo a partir del agua de lluvia que escurre por las ramas, por lo que no requieren grandes cantidades de nutrientes minerales. Por tanto, no deben emplearse para su abonado los fertilizantes que se utilizan para otro tipo de plantas con necesidades mayores, sino los que están formulados expresamente para ellas. La frecuencia de abonado depende de cada fabricante y está indicada en el envase.